Fotos de viajeros
Pequeño pueblo bretón
Lizio cautiva, Lizio fascina, Lizio encanta a sus visitantes con un pueblo rebosante de mil y un tesoros, entre ellos magníficas casas antiguas de piedra granítica. ¿Sus secretos? El cultivo del lino y el cáñamo y la exportación de sus tejidos a Inglaterra, lo que permitió a sus habitantes cambiar sus chozas de madera por estas hermosas casas. Ningún frontón o cornisa es idéntico a otro. Puede hacer un recorrido por el pueblo para descubrir todas sus facetas, desde las «lubinerías» que espantaban al cura hasta el lavadero y la fuente de Saint-Lubin.
¡Cuatro museos!
En primer lugar, el Ecomusée des vieux métiers, donde podrá sumergirse en otro mundo, tan sabroso como una magdalena de Proust para algunos, o tan poco conocido para otros. En ambos casos, quedará cautivado por las explicaciones, a menudo divertidas, del propietario.
A continuación llega L’Univers du Poète ferrailleur, un lugar insólito y mágico donde sucede la magia. Pasee entre 70 esculturas animadas hechas con objetos reciclados: torres de colores, retorcidas e inclinadas, equilibristas, acróbatas… Una inteligente mezcla de locura para grandes y pequeños.
Para los más aventureros, el insectario es el lugar perfecto, siempre que se tenga curiosidad. A veces hay que buscar un ala, una pata o unos ojos antes de adivinar quién se esconde allí.
Por último, pero no por ello menos importante: el Musée des carrières. Abierto durante un mes al año, es un asunto de familia: de generación en generación, la familia Coudray ha trabajado en las canteras de Lizio y Le Roc-Saint-André. Poco a poco, el abuelo fue construyendo su museo, transmitiendo sus historias y anécdotas.
Un descubrimiento insólito y fascinante
La Chapelle Sainte-Catherine es uno de los tesoros escondidos de Lizio. Este bucólico rincón a las afueras de la ciudad fue un priorato templario y más tarde una capilla en la ruta de peregrinación a Santiago de Compostela, por lo que la historia de Sainte-Catherine bien merece una visita.
Pero su verdadera originalidad reside en la forma de descubrirla. Cada peregrino debía poder acceder a ella de día y de noche gracias a ciertos códigos y gestos. «La porte du ciel», guía paso a paso de Auguste Coudray, le lleva tras los pasos de los peregrinos, a través de seis «pasajes» que revelan los innumerables símbolos que componen la capilla.
Los artesanos en el punto de mira
Si hay una cita ineludible para los amantes de lo bello, ésa es el Salón de los Artesanos de Arte (mediados de agosto). Desde 1974, miles de visitantes acuden a la pequeña ciudad, recorriendo más de 150 expositores en busca del objeto de sus sueños.